domingo, 30 de agosto de 2009

En sus ojos, el talento

“¿Sabés quién es ese hombre que está sentado atrás tuyo nene? Es el padre de Federico Insúa”. Así comienza la entrevista con Ramón Maddoni, en el Club Social Parque, en el barrio porteño de Villa del Parque, el lugar donde mejor se siente y donde ya lleva 30 años de trabajo. Rodeado de camisetas de jugadores que se formaron ahí, como Redondo, Cagna, Sorin, Placente, Cambiasso, entre otros, y de un ambiente que se respira fútbol, Maddoni es la estrella pricipal del Club y lo hace notar con cada abrazo que recibe. Durante las dos horas de charla lo saludan decenas de chicos y Ramón se acuerda del nombre de cada uno de ellos. A todos les dice lo mismo: “Bien nene, bien. Te espero mañana en entrenamiento”. De esta forma, metidos en un círculo de chicos, comienza a contar su hitoria.

- ¿Cómo llegó al Club Parque?
- En el 79 me separé de mi mujer, teníamos una hija de 5 años y estuve muy deprimido por ese tema. Este fue el motivo por el cual llegué al Club, no podía salir de la depresión y se acercó José Batista, el padre de “Checho”, le conté lo que me había pasado y me ofreció venir a trabajar acá. Tenía dos carnicerías y un camión, vendí todo y me dediqué de lleno al fútbol infantil. Desde ese día que no dejo el Club, pasaron 30 años. La verdad que si es por mi, me quedo a vivir en Parque.

- ¿A qué edad empiezan a participar los chicos?
- Empiezan a los 5 o 6 años, muchos vienen a la escuelita, otros van a competitivo. Los jugadores “distintos” de la escuelita los mandan a competitivo, y a los nenes que no los vemos con rítmo los mandamos a la escuelita, que es más de entretenimiento.

- ¿En qué se basa para ver a un nene con futuro profesional?
- Tengo tres fundamentos que son la base para ver a un jugador diferente. Técnica, que ya la tienen incorporada los chicos. Rítmo, que es trasladarse de un lado a otro en el menor tiempo posible, correr mucho, más que nada. Agresividad, que es ganar la posición, saber poner las manos y así se va completando el jugador que uno cree que es diferente.

- ¿Usted sería un descubridor de talentos?
- En realidad no me gusta que me llamen descubridor de talentos, si no más bien “delegado antiguo”.

- ¿Cómo se acercó a Carlos Tevez?
- Carlitos estaba en All Boys, nos gustaba cómo jugaba y lo convencí para que jugara en Parque y en Boca. Hasta los 12 jugó baby en Parque y a partir de ahí siguió las inferiores en Boca. Siempre tuvo un fuerte temperamento, pero lo fue perfeccionando con el tiempo. Hoy es uno de los mejores jugadores del mundo, ganó todo en los clubes que participó y lo único que le queda por conseguir es el Mundial, que no tengo dudas de que lo va a lograr.

- Gago dice que usted es el mejor técnico del mundo, ¿Es cierto?
- Si, es cierto que lo dijo, pero no estoy ni cerca de ser el mejor técnico del mundo. Fernandito cada vez que viene está todo el día en el club, todos los fin de año los pasa acá en Parque. Es un chico muy travieso. Con Gago íbamos a los restaurant y cantábamos el feliz cumpleaños para ligar algún champagne, el dice que si cuenta todos los festejos, ya tiene 103 años.

- ¿Cómo llegó Sorin al Club Parque?
- Yo estaba en Argentinos Juniors, un amigo mío estaba armando un club de baby y me pidió prestado a 15 jugadores. Le consulté a los chicos y no tuvieron problema. Pero a cambio de los 15 jugadores, le negocié un zurdito que jugaba de 10. Ese zurdito era Juan Pablo Sorín. Jugó en Parque y posteriormente en las inferiores de Argentinos Juniors.

- ¿Y el Cuchu Cambiasso?
- (Se ríe y contesta emocionado). Esteban jugaba al básquet y no quería saber nada con el fútbol, decía que era un deporte feo. Lo fuimos convenciendo y en la final de un torneo de futsal en Parque lo senté al lado mío en el banco. Le dije ¿“viste esa Copa”? Si vos venís a jugar al fútbol, yo te la regalo. Salimos campeones, le regalé la Copa y él siguió jugando al fútbol. Cada vez que el Cuchu está en Argentina, viene a saludarme al Club. Es un tipo bárbaro.

- ¿Qué porcentaje le da al Club Parque en los éxitos futbolísticos de Boca?
- El porcentaje es muy alto, entre un 40% y 50%. Son muchos los chicos que salieron de acá y que fueron artífices importantes de los campeonatos que logró Boca en los últimos 11 años.

- ¿Cuánto le correspondería a Parque de los 170 millones de dólares que sumó Boca con la venta de los jugadores formados de Parque?
- Creo que la cifra es mayor, pero no me sorprende por la calidad de jugadores que son. Igualmente no le doy importancia a los números y me siento orgulloso de haber formado a Gago, Tevez, Riquelme, Vanega, y tantos otros.

- ¿Le gustaría formar parte de las divisiones juveniles de la Selección Argentina?
- Me gustaría participar si se formara una selección Sub 12, para trabajar con chicos de esa edad. Yo me especializo en las categorías infantiles, en los nenes que tienen hasta 12 o 13 años. El mejor en divisiones juveniles es Jorge Griffa.

- ¿Cómo lo ve a Maradona como DT de la Selección?
- Excelente, es el momento de Diego. La motivación que les brinda a los jugadores es única y nadie lo puede lograr. ¿Quién mejor para motivar que el más grande jugador de la historia de fútbol? Lo conozco hace mucho. Imagináte que con Claudia se conocieron acá en el club. Lo quiero mucho a Diego. En 1991, cuando estaba suspendido, vino a jugar la liga de futsal para nosotros. En el gimnasio habían más de 5000 personas, un verdadero caos. Salimos campeones, obviamente, y cuando Maradona se estaba yendo me dijo: “Gracias Ramón, no sé cómo agradecerle”. Le respondí: “Gracias a vos Diego, nos diste un Mundial”.

- ¿Para usted clasifica la Selección al Mundial?
- Se va a clasificar fácil y la veo con muchas chances de ser campeona del mundo. Argentina tiene el mejor plantel del mundo y la técnica de los jugadores es inigualable. Me gustaría ver al “Pipita” Higuaín, con el nivel que muestra en el Real Madrid merece una oportunidad.

- ¿Se hubiera imaginado lo que significa hoy en la actividad que realiza?
- No sé lo que soy hoy, pero soy feliz, estoy contento de hacer lo que hago. Tuve la suerte de viajar por todo el mundo. La verdad que no me lo esperaba. Soy un agradecido del fútbol por todos lo amigos y las cosas que me brindó.

viernes, 28 de agosto de 2009

"No habrá más penas ni olvido"

La República Argentina transcurrió el Siglo XX arrastrando los problemas políticos y económicos de los gobiernos anteriores, lo que llevó a que por más de 50 años, el pueblo argentino tenga que vivir entre un período democrático y un golpe de estado, un período democrático y un golpe de estado.
Esta mala costumbre se terminó el 10 de diciembre de 1983, cuando Raúl Alfonsín asumió la presidencia y puso punto final a lo que sería el peor proceso político-económico de la historia argentina, dejando como saldo a más de 30 mil desaparecidos, una batalla absurda (“La Guerra de Las Malvinas”), una deuda económica extraordinaria y varios problemas que todavía no tienen solución.
Así se llegó a estos días, por suerte con 26 años seguidos de gobiernos democráticos, pero con un país totalmente decaído, dormido, avergonzado. La falta de diálogo que se vive a diario, como en aquel otoño de 1974 en el pueblo de Colonia Vela (Tandil), hace que la gente se malacostumbre y se resigne aún más con el pobre presente que transcurre la Argentina.
Como cuenta Osvaldo Soriano en su novela “No habrá más penas ni olvido”, donde refleja la espantosa forma de vivir que tenía Colonia Vela en la década del `70; cuando se discutía si había infiltrados, que el comunismo se hacía sentir, que la Juventud Peronista se revelaba y que proclamaba a gritos la famosa frase: “Perón o muerte”.
La actualidad del país es triste. El gobierno no toma protagonismo y no hace nada para revertir la situación. La falta de diálogo sigue firme en el oficialismo. Los sindicatos, empujados y promovidos por Juan Domingo Perón en su primer mandato, siguen siendo beneficiados y siguen siendo la misma traba para que un partido que no es Justicialista pueda gobernar con normalidad y tranquilidad.
De la falta de diálogo, de los sindicatos y de otros factores inentendibles, nacieron los famosos “piquetes”, en los cuales un grupo identificado con algún gremio corta una calle, un puente, prendiendo fuego gomas, revoleando banderas (la palabra Perón siempre presente), molestando a la gente que quiere trabajar y que cree en otras formas de comunicarse que no sea la de interferir en la rutina del resto, que en definitiva, esta al margen del conflicto.
En conclusión, el argentino se olvidó que “el derecho de uno termina cuando empieza el del otro”, que el respeto es necesario para una buena convivencia, que la libertad de expresión existe en la democracia (aunque no parezca) y que, sin duda, hay que luchar para que no hayan más penas ni olvidos.

jueves, 27 de agosto de 2009

Esa noche de otoño

Fue increíble. Nadie encontraba una explicación a ese momento. Los viejos plateístas comentaban que esa noche fue más triste que la eliminación de la Copa Libertadores frente a Boca en el 2004, en un Monumental totalmente lleno de hinchas de River.
El estadio Antonio Vespucio Liberti era un verdadero velorio, más de 60 mil personas mirándose unas a otras, tratando de consolarse con las miradas, sin saber que decir ni que hacer y buscando una excusa coherente para poder reaccionar ante una situación de tal magnitud.
Los motivos sobraban, porque si algo no le faltaba a ese jueves 8 de mayo de 2008 eran las razones para ir a la cancha. Distintas circunstancias hacían prever que el partido entre River y San Lorenzo, por la vuelta de los 8vos de final de la Copa Libertadores, iba a ser un encuentro con condimentos extras.
De un lado, el equipo de Boedo, dirigido por Ramón Ángel Díaz, el técnico más ganador de la historia de River y que en 1996 había ganado la preciada Copa con el club de Núñez. “El Ciclón” venía de conseguir una victoria por 2 a 1 en el partido de ida en el Nuevo Gasómetro y llegaba con confianza a tierras Millonarias, pero sabía que el duelo iba a ser complicado.
Por su parte, River había perdido el superclásico ante Boca el domingo anterior y no llegaba en las mejores condiciones al encuentro. Pero es River, y eso ningún equipo lo olvida. Con el gol de visitante (vale doble) que había convertido en el Bajo Flores y con la ventaja de jugar en el Monumental, las apuestas estaban a favor del conjunto dirigido por Diego Simeone.
Claro, “los pingos se ven en la cancha” y el desafío se iniciaba con un ambiente espectacular. Fue un juego aguerrido, picante, duro, en definitiva, fútbol se vio poco. El resultado fue un empate en dos tantos que quedará para las estadísticas. Un empate a favor de San Lorenzo, un empate que frustraba nuevamente las ilusiones del hincha de River, un empate mentiroso, porque para los Millonarios fue la derrota más dura de los últimos años.
¿Y el Monumental?, ¿y la gente?, ¿y el gol de visitante?, ¿y los dos jugadores de más que tuvo River mientras ganaba 2 a 0? Todas estas preguntas se hacían los simpatizantes riverplatenses cuando terminó el partido. ¿Respuestas? Ninguna. Lo cierto es que esa noche del 8 de mayo de 2008, esos plateístas se quedaron enmudecidos, llenos de interrogantes sin una sola explicación.
Si, esta bien, dos meses después River ganó el torneo doméstico de Argentina. Con esa cosecha alcanzó los 33 campeonatos nacionales. Pero esa noche otoñal en que River fue eliminado de la Copa Libertadores por San Lorenzo, quedará grabada en la memoria de todos los hinchas millonarios por mucho tiempo.