miércoles, 12 de mayo de 2010

Reseña Olímpica en el Bicentenario de la Argentina

En este Bicentenario de la Argentina, el deporte Olímpico ocupó un espacio representativo en la historia del país, aunque no siempre bien valorado.
Desde la primera delegación argentina de 93 representantes que acudió a París 1924 hasta la última de Beijing 2008 con 138, existe una historia de gloria, de méritos reconocidos y de pasiones populares, pero también están escritos los capítulos de la desidia, el marginamiento y el rol del Estado como factor protagónico.
Los primeros triunfos llegaron de la mano del polo y del boxeo a partir de Paris 1924, esta última disciplina fue la que más medallas le dio al país, mientras que el deporte de los reyes solo se jugó dos veces y en ambas oportunidades las medallas doradas quedaron para la Argentina.
El primer logro individual en atletismo, lo consiguió el maratonista Juan Carlos Zabala en los Juegos de Los Ángeles 1932, quien con récord olímpico hizo flamear la bandera nacional.
En los Juegos de Berlín 1936, y en pleno apogeo nazi, la nadadora Jeanette Campbell se convirtió en la primera mujer en ganar una medalla representando a la nación, fue una presea de plata en 100 metros libres.
Debido a la interrupción por la Segunda Guerra Mundial, los Juegos Olímpicos volvieron en 1948, con sede en Londres, y se los recuerda por presentar la delegación más grande, con 240 deportistas argentinos y por los buenos resultados obtenidos, habiéndose ganado 7 medallas.
Entre los deportistas más destacados, se encontraban Noemí Simonetto, que obtuvo la medalla de plata en salto en largo y se convirtió en la primera mujer sudamericana en ganar una presea en atletismo; el boxeador Pascual Pérez, ganador del oro en la categoría mosca; y el maratonista Delfo Cabrera, quien es recordado por el emotivo final.
La actuación en Londres 1948 siguió en sintonía con los rendimientos de Amsterdam 1928 y Berlín 1936, ya que en las tres competencias la Argentina cosechó 7 medallas, concluyendo así los tres mejores desempeños de la historia olímpica. Luego de los juegos en la capital británica los deportistas fueron recibidos como verdaderos héroes.
Los éxitos se extendieron hasta Helsinki 1952. Podios en atletismo, pesas y boxeo caracterizaron la gran actuación argentina, que tuvo como punto sobresaliente el oro conseguido por Capozzo y Guerrero en remo.
A partir de aquí, la cosecha de medallas de oro se vería interrumpida y una producción similar, no se vería hasta Atenas 2004. El golpe de estado a manos de la Revolución Libertadora, traería consigo una sequía en el desarrollo del deporte olímpico que duro más de 50 años.
Una vez establecida la dictadura de 1955 comenzó una persecución a los deportistas por el simple hecho de ser a fines o recibir apoyo del gobierno peronista.
El fondista Osvaldo Suárez fue uno de los tantos atletas perjudicados por las suspensiones que también alcanzaron a gran parte del grupo olímpico.
A partir de Melbourne 1956 los resultados fueron escasos. Ocho medallas en ocho Juegos Olímpicos. Nada comparable con las 38 preseas que hasta ese entonces Argentina lucía en sus vitrinas. En los juegos de Montreal 1976 y Los Ángeles 1984 no se obtuvieron medallas. Por si fuese poco, Argentina se ausentó de la cita de Moscú 1980, al apoyar el boicot de los Estados Unidos durante la Guerra Fría. Mientras que el país atravesaba la última y la más sangrienta de todas las dictaduras, confirmando otra vez que un gobierno de facto le bajaba el pulgar a los deportistas.
Pero con el retorno de la democracia, la Argentina vuelve a figurar en el medallero de la mano de una histórica: Gabriela Sabatini, quien conquistó la medalla de plata en Seúl 1988 y en ese mismo Juego, el voley masculino obtuvo el bronce.
El nuevo siglo arranca con la irrupción de las inversiones privadas en la industria del deporte y el fenómeno de Las Leonas. El equipo de hockey sobre césped femenino se convirtió en un fenómeno deportivo que rindió frutos tras conseguir medallas de plata en Sidney 2000, y de bronce en Atenas 2004 y Beijing 2008.
Carlos Espínola, con el Yachting, se consagró como el deportista argentino más ganador en los Juegos Olímpicos con 4 preseas, dos plateadas en Atlanta 1996 y en Sidney 2000; y dos de bronce en Atenas 2004 y Beijing 2008.
Después de más de 50 años, la vuelta al oro llegó en Atenas 2004 con dos deportes de alta competencia: el fútbol y el básquet por primera vez en la historia lograron el máximo galardón. Con Carlos Tevez como goleador y dirigido por Marcelo Bielsa, el seleccionado de fútbol culminó el torneo sin haber recibido goles y con 17 tantos a favor.
En básquet, la Argentina venció en la semifinal al Dream Team de los Estados Unidos por 89 a 81. Con 29 puntos de Manu Ginobili y una gran actuación del equipo, los conducidos por Rubén Magnano llegaron a la final, en la cual vencieron a Italia por 84 a 69 y se coronaron medallistas dorados.
En la memoria de los argentinos queda la emocionante canasta que ejecutó Emanuel Ginobili, que con una increíble “palomita”, le permitió al seleccionado ganarle sobre la hora a Serbia y Montenegro, para seguir soñando y llegar a lo más alto.
En Beijing 2008, continuaron las alegrías colectivas. El básquet consigue un meritorio bronce y el fútbol se alza nuevamente como el deporte rey de todos los argentinos. De manera contundente se repite el título de 4 años atrás y por primera vez un deporte grupal ganó el oro en dos juegos consecutivos. Nigeria fue la víctima y Argentina se tomó revancha de la final que perdió en Atlanta 1996.
La tradición por el primer lugar se mantiene con el ciclismo. El oro fue logrado por la dupla Walter Pérez y el inagotable Juan Curruchet, un héroe anónimo que se coronaba tras 6 expediciones en diferentes Juegos Olímpicos.
La Argentina cuenta con 66 medallas, repartidas en 15 disciplinas; de las cuales 17 son doradas, 23 plateadas y 26 de bronce. Por esto, el ranking en el medallero histórico lo posiciona en el puesto 41 sobre 222 países.
Los resultados obtenidos por los atletas, son el fiel reflejo de la relevancia del deporte en un estado que los ha tenido presente en diferentes momentos de su historia. Sin embargo, la proyección, la participación e implementación de las políticas deportivas a largo plazo aún no son suficientes ni comparables con el esfuerzo y el talento que nace desde el anonimato de cada deportista argentino.

Christian Ludueña, Nicolás Cáceres, Ezequiel Sánchez y Felipe Cáceres


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