Por Christian Ludueña y Juan Gilabert.Llevando el carrito, indispensable para el golf, se convirtieron en grandes jugadores y talentosos deportistas.
Comenzaron trabajando como caddies para conseguir dinero y así ayudar a sus familias, adquirieron los secretos y habilidades del golf, deporte practicado principalmente por la clase alta, pero se convirtieron en deportistas profesionales. Como caddies se codearon con los mejores golfistas del mundo y cumplieron su sueño de pisar famosos campos internacionales.
Es el caso de Roberto De Vicenzo, Ángel Cabrera, Andrés Romero, Eduardo Romero, Vicente Fernández, José Cóceres y Florentino Molina, entre otros, que como jugadores concretaron birdies por todos los continentes.
“El caddie es el complemento de un golfista, no solo lleva el carro con los palos, sino que también debe tener conocimiento sobre diversas situaciones y condiciones climáticas que se presenten a lo largo del torneo. Es indispensable para la concentración del jugador”, comenta Alberto Belliot, ex caddie del Ranelagh Golf Club de Berazategui, quien tuvo el privilegio de compartir una cancha con el ilustre Roberto de Vicenzo, en la década del `80.
En muchas circunstancias del juego, los caddies toman la responsabilidad de aconsejar al jugador en la elección de los palos y esto lleva, en muchas ocasiones, a determinar el resultado de un partido.
Si bien a los largo de la historia del golf, la función del caddie siempre se basó en las mismas tareas, Ricardo Belliot, hermano mayor de Alberto y quien llegó a ser caddie de primera categoría, afirma que los caddies de hoy son más inteligentes y están más dedicados a su trabajo.
“En mi época lo que sabíamos era de tanto estar en el club. Actualmente, los caddies ganan mil veces más plata de lo que ganábamos nosotros. Los caddies argentinos que trabajan en Europa le mandan dinero a su familia. Nosotros lo hacíamos por el Naranjín y el sándwich”, cuenta Ricardo, con una risa irónica.
Sentados en el jardín de la casa de Berazategui, los hermanos Belliot, no pueden hacer caso omiso a sus recuerdos de caddies, allá por mediados del Siglo XX, y hacen referencia al trato que recibían por parte de los golfistas. “En Ranelagh, todos los martes jugábamos los 18 hoyos. Nuestros “patrones”, así llamábamos a los jugadores, nos prestaban sus bolsas de palos y salíamos más de 30 caddies a divertirnos y a demostrar lo que aprendíamos de cada patrón”, recuerda emocionado el mayor de los hermanos Belliot.La realidad en estos días, lamentablemente, es muy distinta. Salvando a los caddies de los jugadores profesionales y consagrados, que en muchos casos tienen algún título universitario, en las canchas argentinas de golf amateur, se puede observar a los golfistas que recién comienzan (todos de clase alta y muy “finos”) tratando de formas despectivas a los muchachos que, para ellos, solo sirven para llevar el carro con los palos.
Es el caso de Roberto De Vicenzo, Ángel Cabrera, Andrés Romero, Eduardo Romero, Vicente Fernández, José Cóceres y Florentino Molina, entre otros, que como jugadores concretaron birdies por todos los continentes.
“El caddie es el complemento de un golfista, no solo lleva el carro con los palos, sino que también debe tener conocimiento sobre diversas situaciones y condiciones climáticas que se presenten a lo largo del torneo. Es indispensable para la concentración del jugador”, comenta Alberto Belliot, ex caddie del Ranelagh Golf Club de Berazategui, quien tuvo el privilegio de compartir una cancha con el ilustre Roberto de Vicenzo, en la década del `80.
En muchas circunstancias del juego, los caddies toman la responsabilidad de aconsejar al jugador en la elección de los palos y esto lleva, en muchas ocasiones, a determinar el resultado de un partido.
Si bien a los largo de la historia del golf, la función del caddie siempre se basó en las mismas tareas, Ricardo Belliot, hermano mayor de Alberto y quien llegó a ser caddie de primera categoría, afirma que los caddies de hoy son más inteligentes y están más dedicados a su trabajo.
“En mi época lo que sabíamos era de tanto estar en el club. Actualmente, los caddies ganan mil veces más plata de lo que ganábamos nosotros. Los caddies argentinos que trabajan en Europa le mandan dinero a su familia. Nosotros lo hacíamos por el Naranjín y el sándwich”, cuenta Ricardo, con una risa irónica.
Sentados en el jardín de la casa de Berazategui, los hermanos Belliot, no pueden hacer caso omiso a sus recuerdos de caddies, allá por mediados del Siglo XX, y hacen referencia al trato que recibían por parte de los golfistas. “En Ranelagh, todos los martes jugábamos los 18 hoyos. Nuestros “patrones”, así llamábamos a los jugadores, nos prestaban sus bolsas de palos y salíamos más de 30 caddies a divertirnos y a demostrar lo que aprendíamos de cada patrón”, recuerda emocionado el mayor de los hermanos Belliot.La realidad en estos días, lamentablemente, es muy distinta. Salvando a los caddies de los jugadores profesionales y consagrados, que en muchos casos tienen algún título universitario, en las canchas argentinas de golf amateur, se puede observar a los golfistas que recién comienzan (todos de clase alta y muy “finos”) tratando de formas despectivas a los muchachos que, para ellos, solo sirven para llevar el carro con los palos.
Esta buena la nota, no muchos elegirian ese temaz
ResponderEliminar.Ah si me quisiste agregar a mi soy lieBana, con b larga
xD
xq sino no te va a dar como correcta la direccion del blog.
Besos